Es rara la sensación después de un encuentro demasiado fortuito, impensado; más aún si ocurre con algunas de aquellas personas que en alguna parte de tu vida calaron hondo dentro tuyo y su marca te acompañará por siempre. Asombro, desconcierto, nerviosismo, un pálpito acelerado; sensación que dura sólo un segundo. Pasa luego sólo a la vista, a los ojos; otro segundo, donde te das cuenta para tí misma que todo por lo que alguna vez dolió, simple, desapareció. Sí, esfumado, gracias don tiempo :). Luego de varios segundos y una trivial conversación sobre la vida reciente, el despido inmimente; otro segundo que para tí fue sólo despido pero algo extraño para Aquel, un acto de inconciencia y fuerza de un olvidado y fugaz recuerdo, de aquello, un acto de recuerdo reflejo; común por aquellos lejanos días.
Ahora sigues la vida, pero diablos; no niegas que luego de eso... fue más de un segundo que te tomó a tí, evocar millones, millones de segundos de recuerdos, todo por un encuentro fortuito.